Aspectos teológicos, pedagógicos y políticos de nuestra formación

Fundamentación teológica

Los programas del SBMC encuentran en la tradición anabautista los elementos teológicos en los que fundamenta la formación bíblico-teológica-pastoral. Dentro de esta es posible identificar algunos aspectos esenciales, a saber: la eclesiología radical, el seguimiento a Jesucristo, la teología de la noviolencia y la paz, entre otros.

La eclesiología radical. Para la tradición anabautista la iglesia restaurada, de acuerdo con los propósitos de Dios, era una comunidad misional y peregrina en el mundo, dispuesta a dar testimonio y a sufrir el martirio por la causa de Jesús. Las comunidades anabautistas se caracterizaban por ser comunidades de seguimiento, compromiso y testimonio de vida.

El seguimiento a Jesús. Un fuerte énfasis del anabautismo está puesto en la práctica y la ética del seguimiento a Jesús. Este principio bíblico orienta tanto el estilo de vida como la opción profética de las comunidades. El énfasis en el seguimiento implica una comunidad de membresía voluntaria, un sentido de ser comunidad y una apertura de corazón para recibir la bondad y la gracia de Dios.

La teología de la noviolencia y la paz. Frente a las distintas posturas teológicas sobre la violencia como la guerra santa y la guerra justa, la tradición teológica anabautista ha encontrado en el mensaje y en la práctica de Jesús un compromiso y un llamado a la noviolencia y a la paz. Las iglesias Menonitas como iglesias pacifistas encuentran en esta una propuesta identificadora del quehacer de la iglesia, relevante con el contexto de violencia que caracteriza el contexto colombiano.

Fundamentación pedagógica

Para los distintos programas del SBMC la mediación pedagógica consiste en el tratamiento de los contenidos empleados en el desarrollo de distintos núcleos temáticos de tal forma que sea un hecho el acto educativo y el proceso de aprendizaje en el marco de una educación participativa, creativa, expresiva, dialógica, autónoma y libre. Para que el tratamiento de los contenidos sea el adecuado es necesario un proceso de acción comunicativa entre los docentes y estudiantes, entre las distintas disciplinas del quehacer teológico para responder a las expectativas y aspiraciones que se plantean en torno a las prácticas eclesiales, teológicas, religiosas, sociales, políticas y culturales. En ese sentido toda mediación pedagógica debe tratar de responder a unos principios bien establecidos que guardan relación directa con: la integridad de la persona, la coherencia interna del proceso formativo, la pertinencia social de los contenidos, la relevancia cultural de las pedagogías y la calidad de la acción humana.

En consonancia con el planteamiento anterior los programas de formación teológica del SBMC consideran algunos componentes curriculares que facilitan no sólo la formación de las personas, sino también su desarrollo personal a partir de la libertad, la autonomía, el pensamiento crítico y la participación, entre otros.

Desde la perspectiva de los docentes del SBMC se espera que, en los diferentes espacios formativos, los “profesores” estén seguros de que el nuevo conocimiento se relaciona con los conocimientos anteriores o con las ideas previas de los estudiantes. Esto debe tenerse en cuenta en la planeación y diseño de los cursos ofrecidos por el SBMC. Es importante que el “docente” tenga en cuenta no solamente los contenidos sino también la forma. Por esta razón, es necesario que los conocimientos se presenten en forma lógica y organizada. Finalmente, es fundamental tener en cuenta la actitud y la buena relación entre estudiantes y docentes, de tal manera que se facilite el proceso de aprendizaje.

Fundamentación sociopolítica

El programa de formación teológica en el contexto colombiano necesariamente tiene unas implicaciones políticas. Dicho contexto, marcado por la pobreza, la desigualdad y la violencia de los distintos grupos armados exige necesariamente preguntarse por las implicaciones políticas de la reflexión teológica. A diferencias de otras propuestas de formación teológica que han planteado la necesidad de mantener la ‘neutralidad’, la ‘apoliticidad’ o el compromiso con ciertos partidos políticos, la Iglesia Menonita y por tal razón el SBMC, han optado por una concepción más amplia de lo político, entendida como la búsqueda del bien común. Además, desde la tradición teológica anabautista, los programas del SBMC se fundamentan en una postura clara frente al Estado y a la sociedad en defensa y promoción de los derechos humanos, en la opción preferencial por los pobres y por las víctimas del conflicto armado. Estos aspectos son esenciales no solamente en el diseño curricular, sino también en el plan de estudios y en las discusiones permanentes tanto en el aula de clase como en los demás espacios de discusión del Seminario.

Además de lo anterior, desde la tradición teológica anabautista, las comunidades de creyentes son vistas como una nueva realidad eclesial, política, social y económica. En este sentido, la comunidad no solamente es el espacio donde se hace evidente la presencia de Dios, sino también es un nuevo escenario que permite un replanteamiento de las relaciones sociales, políticas y económicas. Un replanteamiento de las relaciones fundamentadas en el amor, la justicia y la misericordia.

El diseño curricular

Fundamentado en los puntos anteriores, el currículo contribuye para transmitir, difundir y producir un conocimiento bíblico-teológico acorde con el momento histórico actual, tanto nacional como internacional mediante el cual los estudiantes están en la capacidad de desempeñarse en sus distintas comunidades en forma relevante.

El currículo debe entenderse como un proceso de construcción permanente. A través del currículo se hace posible fortalecer la reflexión, la crítica, la apropiación de conocimientos teóricos que dinamicen las prácticas teológicas y permitan la transformación individual de quien aprende, así como la transformación social con base en la identificación de problemas, necesidades y la participación de las comunidades dando lugar a la integración de distintos saberes.

El currículo es, en otras palabras, el ser y deber ser de toda institución educativa, ya que a través de él se da la coherencia necesaria entre la teoría y la práctica, entre el pensar, el sentir y el actuar, así como la relación entre la institución y el contexto del cual hace parte.

El currículo del SBMC tiene las siguientes características:

Dinámico: el conocimiento se comprende como un sistema abierto, en constante evolución, cambio, reconfirmación y crítica permanente, que debe relacionarse con los problemas propios de su área del saber desde una perspectiva interdisciplinaria.

Flexible: los estudiantes tendrán mayores oportunidades de formación y diferentes medios para lograrla, pudiendo integrar sus conocimientos teológicos en torno a los problemas sociales, políticos y culturales del siglo XXI a partir del fortalecimiento de estrategias de autoformación que incluyan una autoevaluación de su proceso de desarrollo formativo. Lo anterior, con base en una pedagogía flexible, centrada en problemas que le permita tanto a los docentes como a los estudiantes dar cuenta de las relaciones posibles entre teología, sociedad, arte y humanidades, entre otras.

Pertinente: la acción formativa está basada en la búsqueda de respuestas a las necesidades históricas y sociales de la época, en ese sentido su pertinencia radica en el grado de contextualización que tenga el quehacer teológico en el marco de la realidad colombiana y latinoamericana, así como global. El currículo debe proveer al estudiante las herramientas cognoscitivas necesarias para que éste tenga una mirada crítica de la realidad y sea capaz de diseñar nuevos métodos y estrategias que ayuden a la transformación de esta.

Crítico e interdisciplinario: el currículo le permitirá al estudiante generar procesos de reelaboración y reproducción del saber bíblico-teológico-pastoral de tal forma que sea capaz de formularse preguntas relevantes el interior de dicho conocimiento que originen el planteamiento de respuestas originales a los problemas encontrados. Para ello es importante formar no sólo una actitud crítica sino una mirada integral de la realidad, en relación con otras disciplinas, es decir, que se debe fomentar el espíritu crítico en un marco de conocimiento interdisciplinario.

Práctico: el currículo ofrece la posibilidad de integrar la dimensión teórica con la dimensión práctica, es decir, que los estudiantes cuentan con los recursos y habilidades necesarias para vincular los conocimientos obtenidos a lo largo del proceso formativo con el contexto eclesial, nacional, regional e internacional. Como se ha mencionado anteriormente, desde la perspectiva de la tradición anabautista la comunidad es el espacio donde se expresa la práctica de vida, compromiso y de seguimiento a Jesucristo.